EL VALS DE LA MONTAÑA

 

EL VALS DE LA MONTAÑA

Aquella luminosa mañana
De un domingo montañero
No andaba muy inspirado
Marchando entre los brezales
Dejándome acariciar por la brisa
Con el sol por compañero
Caminando sin prisa
Por aquellos andurriales

Por mi cabeza bullían
Estrofas de rimas enlazadas
Que luego huían 
Al querer ser plasmadas
En las hojas de mi cuaderno azul
De la tinta solo nacían 
Palabras deslavazadas 
 Juguetes rotos
Lágrimas de infancia


Me propuse buscar
Entre las flores de los brezos
De exquisita fragancia
 Hasta encontrar
Una fuente de la que manara
Sopa de letras
Donde poder mojar
Mi pluma reseca


De repente vi en medio
De ese yermo paraje
Un árbol solitario
Agitado por el viento de las cumbres
Parecía un infeliz náufrago perdido
En aquel inmenso océano de piedra
Acercándome a él 
Para preguntarle 
¿Qué estás haciendo aquí?
BAILAR
Me contestó ufano
¿Y la música? inquirí
respondiendo el arbusto
Ten calma
Ven, dame tu mano
Agárrate a mis ramas
Muévete conmigo
Cierra los ojos
Escucha las notas que guardas dentro del alma
Verás que componen una bella melodía
EL VALS DE LA MONTAÑA

Danzamos bajos los lánguidos atardeceres otoñales
Cabriolamos con los copos de nieve
Del inclemente invierno  
Celebramos con júbilo 
El milagro de la vida 
Fruto de la risueña primavera
Bailoteamos en el infierno
Del calor del estío
Cuando el granito
Se convierte en fragua

Nos regamos con la lluvia
 Desprendida del terciopelo de las nubes
Preñadas de agua
Jugamos con el veleidoso río 
Hasta quedarnos dormidos
En una cama de rocío
Acunados por los latidos
De el corazón de plata
Que late en la luna menguante


 


Aquel día aprendí
Que para saber bailar
EL VALS DE LA MONTAÑA
Lo mejor es dejarse llevar
Al compás
De la música 
Que crean las cimas
Al besar el cielo 
A la luz del alba
J C T





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