Carnaval de Verano

Carnaval de verano

Agosto, sol y temperaturas veraniegas. En Redondela una pintoresca villa situada en las cercanías de la ciudad de Vigo, se celebró una fiesta denominada “Carnaval de verano”. Un evento muy distinto a la mascarada que antecede a la cuaresma.

 Luz, calor y muchas ganas de pasarlo bien, provocaron que las calles se llenaran de una multitud bulliciosa, que disfrazada o simplemente adornada con una guirnalda de flores de papel, bailaba al son de la melodía callejera. Unas pocas personas deambulaban entre la multitud con el móvil en la mano, tratando de atrapar el momento en sus pantallas, sin darse cuenta de que se estaban perdiendo un instante mágico. El sonido de la música, las risas, los olores y sobre todo la atmósfera del festival. Nunca quedará plasmada fielmente por el objetivo de una cámara, lo único que pueden conseguir es un sucedáneo de la realidad.

El clima era muy distinto al oscuro, frio y ventoso febrerillo gallego. No lo puedo calificar de mejor, pero si diferente. Las máscaras y caretas fueron sustituidas por rostros pintados de colores, los disfraces largos, dieron paso a la piel desnuda, los chubasqueros trocaron en gafas de sol. Familias, grupos de jóvenes, pandillas de amigos o solitarios curiosos que deambulaban por la avenida que bordea el rio. Nos fundimos en aquel ambiente lúdico, divertido e irreverente, que sabía a cerveza, olía a sudor y sonaba a chunda-chunda. Si alguien pudiera ver encaramado en unos de los viaductos que cruzan el cielo de Redondela, la multitud que caminaba a sus pies. Seguramente habría quedado admirado por la belleza de ese torrente multicolor, una corriente de alegría que desembocaba en el parque donde estaban instalado el escenario. El sitio donde tendría lugar la apoteosis final, la actuación de los grupos Heredeiros da Crus y de Vacas, que llevaron al delirio a los millares de asistentes. La noche estival bailó al ritmo de sus acordes.

Un evento que nació para mejorar la economía local, que invernó con la pandemia, resucitó con fuerza para llenar de frenesí y jubilo los corazones de la villa que vive a la sombra de los viaductos.

JCT

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